3+ Security Colombia

Transformación del accionar criminal en época de pandemia

3securitycol Avatar

Sin duda alguna la aparición del Covid-19, modificó las dinámicas que como sociedad estaban establecidas dentro de parámetros laborales, académicos, familiares y hasta personales, obligando a la creación de unos nuevos lineamientos por parte del Gobierno Nacional y otros entes a cargo, para permitir dar paso a lo que hoy en día denominamos la “nueva normalidad” y de la cual con un alto grado de incertidumbre no hay claridad en todo el mundo de la fecha en que nuevamente se pueda retornar a la antigua normalidad, en donde el uso de tapabocas se trasladaba únicamente a escenarios del sector salud u otros casos puntuales. De este modo y a pesar de que en Colombia el Ministerio de Salud ha informado sobre el “Plan Nacional de Vacunación contra el Covid-19”, el cual, según el ente, inicia el próximo 20 de febrero y está establecido por dos fases y cinco etapas, con una adquisición total de 61.5 millones de dosis para vacunar a 35.250.000 habitantes, hay posiciones divididas respecto a este y otros temas de la coyuntura actual, teniendo en cuenta la repercusión económica, social, política y de seguridad que ha traído consigo esta pandemia.

Para este análisis y siendo un tema fundamental dentro de sus procesos corporativos y operativos, la Unidad de Análisis Político y Seguridad Corporativa de 3+SC, se enfocará en analizar situaciones que utilizaron desde los Grupos de Delincuencia Común hasta los Grupos Armados Organizados, para poder adaptarse a esta “nueva normalidad” y así continuar con sus rentas y economías ilícitas que en algún punto del inicio de las restricciones, se vieron altamente afectadas, debido al confinamiento general que vivió la ciudadanía. En un principio, es importante resaltar que la violencia se ha masificado, dejando de ser únicamente un problema que en décadas anteriores afectaba en mayor medida a quienes vivían en zonas que históricamente han sido golpeadas por el conflicto armado y se ha desplazado con gran rapidez y un impacto negativo a las ciudades principales, debido a un proceso de alianzas y subcontratación entre Grupos Armados Organizados y Grupos de Delincuencia, que ha permitido a estas grandes estructuras, poder expandirse en lugares con débil presencia, aprovechando el alto nivel de desempleo, la migración, factores sociales y demográficos que influyen en gran medida al crecimiento de los Grupos de Delincuencia Organizada (GDO).

Transformación del accionar criminal en la Pandemia. Con la parálisis económica que sufrió el país entre marzo y agosto de 2020, en la cual los delincuentes tuvieron también que resguardarse ante las medidas impuestas por el Gobierno Nacional, estas estructuras criminales adecuaron o fortalecieron estrategias para lograr la materialización de estafas vía telefónica, extorsiones, suplantación de identidad, delitos cibernéticos como el phishing, el sexting, el smishing y las fake news, fueron algunos de los sucesos en los que miles de ciudadanos fueron afectados, debido a la exposición masiva de información que se da por medio de las redes sociales y que es utilizada por la criminalidad para lograr un alto grado de vulnerabilidad ante un mayor conocimiento de la vida personal, familiar o laboral de sus prospectos de víctimas, los cuales no fueron únicamente personas del común, sino también organizaciones o empresas. Tras la progresiva reapertura de la economía que dio inicio con menor número de restricciones a partir del mes de septiembre del año pasado, la criminalidad retornó a su accionar de una forma más agresiva, esto evidenciando en una serie de casos en donde la sevicia es el factor común utilizado por delincuentes que ya no contentos con despojar a las víctimas de sus pertenencias, atacan de forma indiscriminada con violencia física, arma blanca o de fuego, en muchos casos dejando gravemente heridos a las víctimas y en otras causándoles la muerte, a pesar de que estos no se oponen al robo.

Este lamentable escenario nos traslada a repensar una agudización en la pérdida del valor de la vida por parte de los delincuentes, asociados a los malestares que generó la pandemia y que a la fecha persisten; en donde el bien material, por encima de cualquier circunstancia está superando la importancia de la vida humana. Lo anterior, deja como consecuencia un alto nivel de percepción de inseguridad en la ciudadanía, en donde cada vez son más comunes los casos de justicia por mano propia, con una ciudadanía que se enfrenta de forma individual y colectiva a los delincuentes por medio de castigos físicos y del escarnio público, dejando atrás el mecanismo de denuncia y el debido proceso que ante un caso de hurto debe realizar los Organismos de Seguridad del Estado.

Con gran preocupación y como ejemplo de esto, se evidencian casos como el sucedido recientemente en el barrio Inglés en el sur de Bogotá, en donde una menor de 14 años enfrentó con machete a dos ladrones que ingresaron a robar a la papelería de su mamá, siendo intimidadas con arma de fuego para acceder a la caja registradora del establecimiento. En medio del hecho, no hubo heridos de gravedad, sin embargo, uno de los delincuentes hirió superficialmente con arma de fuego a la mamá de la joven. (Noticias Caracol, 2021). Según el testimonio de las víctimas, el hecho ya se había presentado con anterioridad, por lo cual estaban preparadas con el arma corto punzante, como método de defensa en caso tal de repetirse nuevamente. Este relato, da cuenta de una ciudadanía en estado de alerta constante y sin temor alguno al uso de la fuerza física o de armas blancas, con el propósito de defenderse ante cualquier tipo de acto delictivo.

De acuerdo a la Encuesta de Percepción y Victimización de Bogotá 2020, aplicada por la Cámara de Comercio (CCB), entre el 23 de noviembre y 14 de diciembre de 2020, la percepción de inseguridad de los capitalinos aumentó el 16%, situándose para el año pasado en un 76% en contraste con el 60% del resultado arrojado para el año 2019, considerándose la percepción más alta en esta materia de los últimos cinco años. Según los resultados, el objeto que presentó mayor número de hurtos fue el celular en un 48%, seguido del dinero en un 45% y la billetera en un 38%, siendo el atraco la modalidad más común utilizada por los delincuentes en un 48%, luego del raponazo en un 27%. Adicionalmente, la calle fue considerado por los bogotanos como el espacio más inseguro, situándose en el 45%, reflejando que 4 de cada 10 ciudadanos fueron testigos de un delito. Respecto al sistema de transporte público Transmilenio, el 79% de los capitalinos consideró que es inseguro o muy inseguro y que durante la pandemia por Covid-19, un 84% de los encuestados se sienten inseguros al momento en que se presentan aglomeraciones en los espacios públicos. (CCB, 2021).

Otro de los datos interesantes arrojados por la Encuesta de la Cámara de Comercio de Bogotá, es que un 29% de los capitalinos toman información de las redes sociales para construir opiniones personales sobre seguridad, seguido de un 26% que lo hace por medio de los noticieros. Este primer punto, aborda la capacidad de masificación que puede tener una denuncia realizada a través de Facebook, Twitter, Instagram u otra red social, espacios digitales en los que la ciudadanía está trasladando hechos cotidianos en materia de seguridad y orden público en los cuales son víctimas o testigos, para de este modo subir a la nube y generar una mayor exposición ante terceros.

En Colombia, la rentabilidad de delinquir, ha generado que con el pasar de los años, los grupos de delincuencia común y organizada se estructuren para especializarse en diferentes modalidades de hurto. El ladrón de hace tres o cuatro décadas, se basaba en el factor oportunidad para materializar el delito, por lo cual terminaba robando cualquier tipo de objeto; no obstante, con el fortalecimiento de las redes criminales, actualmente hay un conocimiento más detallado y minucioso del objeto a robar, de la forma de distribución del mismo y las ganancias netas que produce en los mercados ilegales. Es sorprendente la capacidad operativa en que las organizaciones criminales se conforman para llevar a cabo el hurto a viviendas, a establecimientos comerciales, de celulares, de bicicletas, de automóviles. motocicletas, la ejecución de fleteos, entre otros múltiples hechos que afectan significativamente la convivencia y seguridad ciudadana. Es inquietante también, la capacidad de mutación y de cambio de jerarquías que pueden tener, conformando unas nuevas alianzas a pesar de que se produzcan redadas, captura de sus cabecillas o desmantelamiento de sus principales rentas ilegales.


En materia de seguridad, no es posible saber exactamente qué hubiera pasado en caso tal de que la pandemia no hubiera existido, sin embargo, en un principio y con una reducción casi histórica en delitos como homicidios y hurtos en distintas modalidades, fue notoria la alineación que se produjo entre las restricciones impuestas por el Gobierno Nacional a la par de la materialización de hechos criminales. La disminución fue temporal y con la apertura de la economía y mayor número de personas retornando a los espacios públicos, la visibilización de casos violentos, la extorsión, el hurto, acapararon nuevamente las agendas mediáticas de los noticieros y el número de denuncias expuestas por las redes sociales y ante la Policía Nacional. Lo que nos deja como reflexión tras casi un año de cumplir el primer decreto de aislamiento obligatorio, es que a pesar de cualquier situación que se presente a nivel social, la criminalidad tiene la capacidad de adaptarse y transformar sus acciones técnicas, operativas y hasta logísticas, con el propósito de no dejar de percibir y lucrarse de la ilegalidad.


Con este panorama, desde 3+SC, se invita a mantener un estado de conciencia situacional que permita comprender el entorno en que se vive a diario, identificando las amenazas y vulnerabilidades que se presentan tanto en los espacios públicos como en los entornos digitales, teniendo en cuenta el incremento de las distintas modalidades de hurtos y ataques cibernéticos que se vienen presentando a partir de la llegada del Covid-19, ligado a un conjunto de falsas noticias que pretenden desestabilizar y generar incertidumbre en la población. Es fundamental realizar la configuración de la privacidad de las redes sociales y tener sumo cuidado con el contenido e información sensible que se publica, ya que estos datos son usados por la delincuencia para conocer más a fondo el entorno familiar y personal de cada víctima. Así mismo, se recomienda mantener la precaución con el uso de teléfono celular en espacios públicos y en el transporte masivo, siendo este uno de los objetos más apetecidos por la delincuencia común de acuerdo a la Encuesta de Percepción y Victimización de la Cámara de Comercio de Bogotá.


Nota. La labor investigativa y análisis que se registra en esta apreciación de seguridad, es exclusiva de 3+ Security Colombia. Por lo cual, se recomienda no divulgar el documento en mención.